El director Jorge Arturo Lora fue claro al declarar que su premisa era entretener. “Es una película para que el público se entretenga y la pase bien, no busca otro fin”, dijo en la premier de La Promo, su ópera prima. Y sin duda, logró su objetivo.La trama gira en torno a la historia de cuatro estudiantes de cuarto medio. Y lo interesante es que el público sigue la versión que cada protagonista tiene de la historia, en un enredo de alteraciones, agregados y confusiones que resulta entretenido. Entonces, el espectador no se encuentra con una solo cuento, sino con cuatro versiones diferentes.Es obvio el homenaje que los realizadores hicieron al célebre director de cine japonés Akira Kurosawa (1910 – 1998) imitando la técnica que éste utilizó en su obra maestra, la película Rashomon (1950), donde el reemplazo de la típica narración lineal y unipersonal por una desde distintos puntos de vista, revolucionó el cine de su época.Las actuaciones resultaron aceptables. Las actuaciones de la modelo Andrea Herrera, el músico Sergio Eguino y el director de teatro Porfirio Azogue fueron dignos. Hay que ser honestos y confesar que muchos no esperábamos un desempeño admirable de Herrera en la pantalla grande; sin embargo, la soltura, el carisma y buena actitud de la magnífica en la interpretación de un papel que no le exigía mucho esfuerzo no decepcionaron. Por su parte, a Eguino se lo vio cómodo en su papel de chico aplicado, tal vez tener la sensibilidad de un artista lo ayudó a desarrollar la aptitud para la actuación. Azogue es un veterano en las tablas, y si bien la actuación teatral es muy diferente a la del cine, su desempeño estuvo a la altura de su carrera. A Fernández no le cuesta trabajo el humor, así que, una vez más, nos hizo reír con sus ocurrencias, en un papel al que está acostumbrado. La gran sorpresa fue el descubrimiento que Lora hizo con José Alfonso Vargas, de 12 años, que con mucha naturalidad encajó en el oficio artístico, habrá que darle la oportunidad para que su talento madure.Definitivamente, La Promo es una película que hay que ver. No sólo es entretenida, sino también crítica. Aborda duramente algunas particularidades de los cruceños, que por la cotidianeidad con la que pasan ya no nos asustan.
FUENTE: EL DEBER
